Publicado el mayo 16, 2024

Contrario a la creencia popular, integrar arte en un piso pequeño no consiste en elegir piezas diminutas, sino en seleccionar obras que manipulen activamente la percepción del espacio.

  • Una escultura con líneas verticales puede «elevar» visualmente un techo bajo, creando una sensación de mayor altura.
  • La rotación estacional de un pequeño grupo de piezas mantiene el interés visual y la frescura del espacio sin abarrotarlo jamás.

Recomendación: Deje de pensar en «llenar huecos» y empiece a concebir el arte como una herramienta para «esculpir» sus estancias y dirigir la mirada.

Vivir en un piso urbano en Madrid, Barcelona o Valencia ofrece un sinfín de ventajas, pero a menudo implica un desafío constante con el espacio. Para el amante del arte y el diseño, la pregunta es recurrente: ¿cómo introducir piezas con volumen, como esculturas o cerámicas singulares, sin que un salón de 70 m² parezca un almacén sobrecargado? La respuesta instintiva suele ser optar por lo diminuto, lo discreto, casi invisible. Se nos aconseja usar colores neutros, estanterías minimalistas y, en general, reprimir cualquier impulso de audacia estética por miedo a saturar.

Este enfoque, aunque seguro, a menudo resulta en espacios impersonales que no reflejan la personalidad de quienes los habitan. Se ignora una verdad fundamental del interiorismo contemporáneo: una pieza de arte tridimensional no es un mero objeto que ocupa un lugar, es una herramienta activa de diseño espacial. Su función no es llenar un vacío, sino dialogar con él, transformarlo y dotarlo de intención.

Pero, ¿y si la clave no fuera el tamaño de la pieza, sino su capacidad para dirigir la mirada y manipular la percepción de las proporciones? ¿Si una escultura de 40 cm, lejos de restar espacio, pudiera hacerlo parecer más amplio, más alto o más profundo? Este es el secreto de los interioristas que logran integrar arte con maestría en viviendas contemporáneas. No temen al volumen; lo utilizan estratégicamente como un anclaje visual que redefine la arquitectura interior.

A lo largo de este artículo, desvelaremos las estrategias funcionales y estéticas para seleccionar y ubicar esculturas y cerámicas. Exploraremos desde el cálculo preciso de la altura ideal hasta la elección del estilo según el carácter de su vivienda, demostrando que el arte tridimensional, bien entendido, no es un lujo para grandes mansiones, sino un aliado fundamental para maximizar el potencial de cualquier hogar, por reducido que sea.

Este recorrido le proporcionará una metodología clara, propia de un interiorista, para transformar su relación con el espacio y el arte. A continuación, el sumario detalla los puntos clave que abordaremos para convertir su piso en una galería personal, funcional y estéticamente vibrante.

¿Por qué una escultura de 40 cm puede hacer que un salón de 25 m² parezca más amplio?

La idea de que un objeto añade volumen y, por tanto, resta espacio es una simplificación. En interiorismo, trabajamos con la percepción, no solo con la métrica. Una escultura no es un obstáculo, es un anclaje visual. Su función es capturar la atención de forma deliberada para guiar la mirada y reinterpretar las dimensiones de una habitación. Cuando el ojo humano entra en un espacio, busca puntos de interés. Si no los hay, la mirada se pierde en la monotonía de las paredes, acentuando la sensación de encierro.

Una pieza escultórica bien posicionada rompe esa monotonía. Si presenta líneas marcadamente verticales, obliga a la mirada a realizar un recorrido ascendente, creando la ilusión de que el techo es más alto. Si se coloca en un punto lejano a la entrada, genera una sensación de profundidad, invitando a recorrer el espacio. De hecho, los principios del diseño de interiores demuestran que una pieza escultórica bien ubicada puede hacer que un espacio se perciba hasta un 30% más amplio visualmente, simplemente porque organiza la forma en que lo experimentamos.

La clave no es el tamaño de la escultura, sino su capacidad de generar un relato espacial. Una pieza de 40 cm con una forma dinámica y compleja puede contener más interés visual y dirigir la mirada con más eficacia que un mueble grande y anodino. Se trata de una inversión en jerarquía visual: damos protagonismo a un elemento para que el resto del espacio se organice a su alrededor, pareciendo más ordenado y, en consecuencia, más grande.

Caso de estudio: Profundidad visual en un piso de Barcelona

En un proyecto del estudio Adela Cabré & Son en un piso del Eixample de Barcelona, se enfrentaron al reto de un salón de 25 m² con mobiliario bajo y horizontal. La solución fue colocar una escultura intrincada del artista Xavier Jansana en una estantería flotante. La pieza, con su complejidad y verticalidad, se convirtió en el punto focal inmediato. Rompió la horizontalidad dominante, generando un recorrido visual ascendente que hacía que el techo pareciera más alto y dotando al salón de una profundidad que antes no tenía.

¿Cómo calcular la altura ideal para colocar una pieza cerámica en una estantería?

La colocación de una pieza de arte no es arbitraria; responde a una lógica funcional y ergonómica. Una cerámica exquisita pierde todo su impacto si está demasiado alta o demasiado baja. El objetivo es que la pieza entre en el campo de visión natural del observador en sus posiciones más habituales, estableciendo un «diálogo» visual sin forzar la postura. La regla de oro es alinear el centro de la pieza con la línea de los ojos.

Sin embargo, esta línea varía. Si la estantería está en una zona de paso, la altura de referencia es la de una persona de pie, aproximadamente a 150-160 cm del suelo. Pero si la pieza se va a contemplar principalmente desde un sofá o una butaca, la altura correcta se sitúa mucho más abajo, en torno a los 110-120 cm. Este ajuste es crucial para que la obra se integre en la vida cotidiana del espacio en lugar de convertirse en un objeto de museo distante.

La interacción con la luz también es determinante. Antes de la instalación final, es recomendable realizar una prueba con una silueta de cartón del mismo tamaño y volumen. Observe cómo la luz natural y la artificial inciden sobre ella a lo largo del día. Una iluminación rasante puede realzar texturas, mientras que una cenital puede crear sombras dramáticas. El objetivo es encontrar el punto exacto donde la forma, la textura y el color de la cerámica se revelan en su máxima expresión.

Detalle de cerámica artesanal española colocada a altura óptima en estantería de madera
Escrito por Isabel Santamaría, Isabel Santamaría es historiadora del arte especializada en arte contemporáneo y crítica cultural, doctora por la Universidad Autónoma de Madrid con 12 años de experiencia en investigación, comisariado de exposiciones y docencia universitaria. Actualmente es profesora en el departamento de Historia del Arte de una universidad pública española, donde imparte asignaturas de arte del siglo XX, teoría estética y metodologías de análisis visual, y colabora como crítica en publicaciones especializadas de arte contemporáneo.